Hoy hemos tenido una actividad organizada por la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer, los objetivos que se proponen son:
1) Ayudarles a comprender.
2) Enseñarles a colaborar.
3) Potenciar canales de comunicación en las relaciones intergeneracionales.
4) Fomentar las actividades de ayuda hacia las personas mayores.
5) Prevenir conductas violentas en el seno de la familia.
En el cuadernillo hemos leído un relato “El plato de madera” de la Editorial Parramón cuyos autores son Esteve Puyol i Pons e Inés Luz González.
Aqui tenemos que dibujar o pegar las fotos de nuestro árbol familiar
![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEhM0DLkwPxZOLrHcWyWGswg-91ozpIW6r6daVDFvg38WBcQbXerPjWszhquOnrkcHV2NFFjxCyqH22LECpbR9VFdOuYK6DuqVAnoLAJrlZwYe2mBkcV1qvQPk06snm8BIKJ__IWK7iNxYcb/s320/P1000909.JPG)
Este es el árbol familiar de los Simpson
¡Pobre abuelo! Había pasado la vida trabajando de sol a sol con sus manos; la fatiga nunca había vencido la voluntad de llevar el sueldo a casa para que hubiera comida en la mesa y bienestar familiar. Pero tanto trabajo y tan prolongado se había cobrado un poderoso tributo: las manos del anciano temblaban como las hojas bajo el viento de otoño. A pesar de sus esfuerzos, a menudo los objetos se le caían de las manos y a veces se hacían añicos al dar en el suelo.
Durante las comidas, no acertaba a llevarse la cuchara a la boca y su contenido se derrumba en el mantel. Para evitar tal molestia, procuraba acercarse el plato, y éste solía terminar roto en pedazos sobre las baldosas del comedor. Y así un día tras otro.
Su yerno, muy molesto por los temblores del abuelo, tomó una decisión que contrarió a toda la familia: desde aquel día el abuelo comería apartado de la mesa familiar y usaría un plato de madera; así, ni mancharía los manteles ni rompería la vajilla.
Pasaron unas semanas y una tarde, cuando el yerno volvió a casa, encontró a su hijo de nueve años enfrascado en una misteriosa tarea: el chico trabajaba un trozo de madera con un cuchillo de cocina. El padre, lleno de curiosidad, le dijo:
-¿Qué estás haciendo, con tanta seriedad? ¿Es una manualidad que te han mandado hacer en la escuela?
-No, papá respondió el niño.
- Entonces, ¿de qué se trata? ¿No me lo puedes explicar?
- Claro que sí, papá. Estoy haciendo un plato de madera para cuando tú seas viejo y las manos te tiemblen.
Y así fue como el hombre aprendió la lección y, desde entonces, el anciano volvió a sentarse a la mesa con toda la familia.
Durante las comidas, no acertaba a llevarse la cuchara a la boca y su contenido se derrumba en el mantel. Para evitar tal molestia, procuraba acercarse el plato, y éste solía terminar roto en pedazos sobre las baldosas del comedor. Y así un día tras otro.
Su yerno, muy molesto por los temblores del abuelo, tomó una decisión que contrarió a toda la familia: desde aquel día el abuelo comería apartado de la mesa familiar y usaría un plato de madera; así, ni mancharía los manteles ni rompería la vajilla.
Pasaron unas semanas y una tarde, cuando el yerno volvió a casa, encontró a su hijo de nueve años enfrascado en una misteriosa tarea: el chico trabajaba un trozo de madera con un cuchillo de cocina. El padre, lleno de curiosidad, le dijo:
-¿Qué estás haciendo, con tanta seriedad? ¿Es una manualidad que te han mandado hacer en la escuela?
-No, papá respondió el niño.
- Entonces, ¿de qué se trata? ¿No me lo puedes explicar?
- Claro que sí, papá. Estoy haciendo un plato de madera para cuando tú seas viejo y las manos te tiemblen.
Y así fue como el hombre aprendió la lección y, desde entonces, el anciano volvió a sentarse a la mesa con toda la familia.
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